20061022

Para inundarme de Ideas

Estaba hoy, sábado 21 de Octubre, avanzando un poco en mi tesis... cuando me quedé sin ideas: No tenía nada más que escribir; "debe ser el cansancio" pensé, como para darme ánimos y configurar la creencia de que mi escasez e ideofugalidad de pensamiento era un estado pasajero.
Así que, ¿qué mejor que percutir hasta conectarme a la nada que lo es todo?: experiencia cósmica, mística, irrepetiple, intransmitible e inefable.
Cada golpe, una nueva vibración, cada nueva vibración una nueva estimulación, sensación e interpretación.

20060929

La historia del metro

Iba en el metro, era un día miércoles como cualquier otro: Tïpico de este año que ha sido peculiar en cuanto a horarios...
Me había levantado en horario VIP: 11 am mis redondos negros vieron lo que para mí fueron, las primeras luces de ese caluroso miércoles del patriótico Septiembre.
Con la agilidad de una almeja me arrastré hasta el baño y comencé lo que sería esa ducha que marcaba el comienzo de un excelente día... de trabajo.

(Los miércoles son el día que más me encanta que menos me gusta, ya que comienza con un horario excelente y termina igual de excelente pero en un horario asqueroso.)

Para hacer el cuento corto...

Me subí al metro, eran más de las 1pm... estaba casi vacío, así que decidí ser un buen ciudadano y no sentarme en el suelo, sino que en uno de esos pintorescos asientos naranjos que ofrece el metro a sus usuarios... si algo aprendí en mi corta vida de cristiano, fue que no había que ser ambicioso, así que solo me senté en el primero de los naranjos que se me cruzó.
Así comenzó este viaje, tan común y corriente como cualquier otro... ¡¡¡de hecho podríamos haber fotografiado ese momento y decir que la fotografía fue tomada un miércoles de julio y nadie lo hubiese notado!!!
Llevaba como 10 o 15 minutos de viaje, la banda sonora no podía ser mejor, Sckxyss y luego Auraë hacían que todo fuese irreal y sin tiempo, no había gente a mi alrededor y, aunque no era capaz de percibirla, estoy seguro que la acinematopsia era lo que reinaba en el ambiente, ni las particulas tenían movimiento lo que hacía un poco dificultoso respirar, pero daba lo mismo, podía prescindir de eso...
Cuando terminó Auraë, todo volvió a la normalidad y nuevamente estaba rodeado de personas. Sentado en uno de los pequeños naranjos del metro, el sol me llegaba en un hombro y me dio calor, había una señora con unas bolsas a mi lado y muchos que estaban de pie, pero ninguno era candidato para cederle el asiento. (Yo sólo le doy el asiento a: embarazadas, ancianos, mutilados, combinaciones de éstos y a otros).
Cuando me estaba recuperando del transe, me di cuenta de un curioso detalle en las personas que estaban frente a mí: ¡¡todos me estaban mirando!!

¿Qué había pasado?, mientras estaba ensimismado en la celestial música, ¿habré hecho algo no aceptado socialmente?, ¿gritar o levantar los brazos?, no lo creo... por lo general la gente cree que duermo cuando escucho música y yo soy más bien recatado... Quizás, efectivamente me quedé dormido y comencé a babearle el hombro a la señora que estaba junto a mí...
En eso, algunos signos de la poca vergüenza que me queda, comenzaron a inundarme la cara: rojo como un tomate, cubierto sólo por unos anteojos oscuros que hubiese deseado, fueran más grandes en ese momento... emprendí la comprobación de la hipótesis de la baba en el hombro:
Lentamente comencé a girar mis globos oculares hacia la izquierda y ya casi podía verme la oreja, algo inédito hasta el momento. Rigurosamente comencé a examinar con el rabillo del ojo, el hombro de la señora... mi enfermizo pálido característico volvió al rostro cuando me di cuenta de que allí, nada mío había.
Con la seguridad que me otorgaban los anteojos oscuros, miré directo a la morbosa turba que a través de mis, ligeramente ofendidos ojos, se asemejaba más a la negra que a la rubia; descompuestos en su morboso y casi fetiche fisgoneo, me miraban fijo y yo no sabía el porqué.
Sin embargo, presa fácil no soy yo... les devolví la mirada fría y enjuiciadora, ojo por ojo (ya que nada hice con los dientes).
La victoria era ineluctable, sus miradas juiciosas las empecé a percibir como miradas de miedo, angustia, sorpresa y espanto. Uno a uno, los miré fijo y efectivamente el miedo y la impresión era lo que los mantenía con la mirada congelada, mirada invernal que iba por sobre mí. Fue ahí cuando me dí cuenta de que nunca me estuvieron mirando, sino que miraban algo que estaba por sobre mí, detrás de mí.
Dejé de tenerles ese esbozo de rencor y me produjeron curiosidad. ¿Qué miraban con tanto asombro?. ¿Qué había en la parte anterior del vagón del Metro de Santiago que a todos impresionaba?.
Se desactivó mi adulto interior y por unos instantes sentí miedo también. Volví a la infancia, eran como esas oscuras noches en el campo cuando jugábamos a las escondidas, con suerte te veías la nariz y cualquier cosa podría estar detrás de tí. En esa época los monstruos y fantasmas existían y siempre estaban dispuestos a aparecer. En eso, dejé de operar límbicamente y pasé a tener algo más de conciencia. De todas formas quedé un poco exaltado.
¿Qué había atrás?, todos seguían mirando fijo: la señora con la polera azul, ese caballero vestido con un elegante terno color ¿crema?, la guapísima mujer que estaba tratando de no mirar para poder seguir declarándome estoico, el grupo de escolares que en ese día Miércoles del patriótico Septiembre, habían hecho la 'cimarra', todos, todos ellos miraban fijo y las miradas me sobrepasaban.

Nuevamente empleé la técnica del ojo y comencé a tratar de mirarme la oreja derecha, en esta ocasión. Sólo logré ver al tipo sentado en la otra sección de pequeños naranjos que estaba igual de ensimismado que yo hace unos momentos, con alguno de los clásicos de Atari como "snake", "bowling" o alguna carrera de autos en su celular.

No lograba ver que había atrás de mí que llamaba tanto la atención. Con miedo, decidí hacer lo que pensé que jamás haría: giré un poco el cuello en dirección de las manecillas del reloj. Lentamente, para que no pareciera que quería ver lo que allí había. (Recuerdo que con unos amigos, en la época de colegio, jugábamos a hacer eso en lugares públicos: mirar o apuntar hacia una dirección donde nada había con tal de que la gente mirara y buscara consternada eso que jamás existió y que a todos sorprendía.) No caería yo, en un juego tan sencillo como ese. Así que casi imperceptiblemente mi cabeza giraba poco a poco hacia la derecha, vi completamente al tipo que jugaba con su celular, luego mis ojos pasaron por la publicidad que está detrás de los asientos donde había una atractiva mujer promocionando no se qué, (mujer que había estado evitando mirar para poder seguir declarándome estoico). Y cuando estaba a punto de girarme casi completamente, me encuentro con una señora un poco gorda que tapa la pasada y mi vista. Rápidamente vuelvo a mi posición original y miro un tanto a la izquierda, así como para compensar un poco la cantidad de movimientos. No había logrado ver que había ahí y que a todos llamaba la atención.
Mis miradas se centraron en la gente de nuevo y pude ver que no fue un fenómeno aislado, ellos seguían mirando fijo hacia la parte anterior del carro. ¿Qué pasaba ahí?.

En eso, de manera Brusca y casi coreográficamente, todos miran hacia la puerta, ¿qué está pasando?... comienzan a caminar... es como si hubiesen salido de algún embrujo inhabilitante, un hechizo pigmalionista.
"¡Por supuesto!", pensé... todo calzaba: esa luz y ese tono. Las puertas se habían abierto mientras yo intentaba mirar hacia atrás. Y ahora todo el mundo bajaba en alguna popular estación (definitivamente no era "Pila de Ganso" o "Einstein"). Eso significaba que... lo que todos miraban quizás también bajaría... así que, rápidamente para evitar lo peor, me di vuelta. No me importó nada y me di vuelta para poder ver que fue lo que cautivó a toda esa gente por ese lapso de tiempo. ¿20 minutos? ¿20 segundos?, no lo sé... lo que dura de una estación a otra. Fue el tiempo suficiente como para declararse majestuoso. Sólo vi gente bajando, uno que otro empujón y listo.
No alcancé a ver el espectáculo, el acto poético, la performance que allí había ocurrido. Para siempre tendré esta duda, moriré con una experiencia menos.


Y lo peor de todo... es que yo también me tenía que bajar en esa estación.

Excusa debil y repetida

Parece que mi inundación de ideas está un poco seca.
Va a parecer excusa debil y repetida pero... no tengo tiempo!.
Tiempo para escribir... porque sin duda alguna tengo tiempo para hacer otras cosas importantísimas para la vida de un sujeto experimental como yo.

P.d.: Yo se que nadie lee esto, realmente es una excusa para mí.
(Si hay alguien que lo lee: disculpame por ser tan autorreferente).

20060804

Golosinas Center v/s Dieta Club


Esto es demasiado contradictorio.
Sacado del Proyecto Cartele, pensado especialmente para indecisos y culposos reversibles.
Simplemente Genial.

20060801

El Carlitos


A Carlos González Vargas

En Chile hay numerosos Carlos González Vargas. Algunos se han ido muriendo y en todo caso absolutamente todos se van a morir, lo que no es óbice para que vayan a seguir naciendo otros Carlos González Vargas. Los Carlos González Vargas nacen en provincia, pero sienten un atractivo irresistible hacia Santiago y en esta ciudad se congregan y, para distinguirse unos de otros, echan mano del ingenioso recurso de ponerse un segundo nombre: por ejemplo, mi amigo Carlos González Vargas se llama oficialmente Carlos Alfonso González Vargas. Otro notable recurso diferenciador son los hipocorísticos: por ejemplo, a Carlos González Vargas le decimos también Carlitos, lo que evita toda confusión.

Fue así como, siguiendo su destino, Carlos González Vargas llegó a Santiago procedente de Futrono y en seguida adoptó el nombre oficial de Carlos Raúl González Vargas y años más tarde, al entrar en el Liceo de Aplicación, adoptó el hipocorístico de Guatón, para distinguirse del entonces rector don Carlos González Vargas (Q.E.P.D.), también conocido como don Gonzalito.

Hoy he recibido, desolado, la noticia de que un camión nos atropelló a Carlos González Vargas; termina su carta mi inconsolable amigo Carlos González Vargas diciendo que son muchos los que han perdido para siempre algo de sí mismos.

Apuesta


Te apuesto a que no puedes ser sincera conmigo.
Te apuesto a que realmente no hay nada ahí.
Te apostaría mi vida a que juegas con ella.


Engañado y confundido me siento: mi habilidad social no era tal.

Mentira

¿hasta dónde puede llegar una mentira?. ¿es realmente una mentira si la persona a la cual mentiste nunca llega a conocer la verdad?. Ojos que no ven, corazón que no siente, dicen.
Si bien co-construímos una realidad consensuada, el mentiroso se toma la libertad de hacer el consenso según sus propios parámetros; el mentiroso danza por sobre la pobre imagen sin vida ni color que nos entrega la sociedad y la educación occidental tradicional acerca de nuestras historias y sucesos más íntimos.
Porque el mentiroso con su mentira, es como el juglar que rimaba en la plaza acompañado de su fiel laúd; es como el científico loco del pueblo con un nuevo invento; es como el abuelo demente que cuenta su juventud de manera distinta cada vez; es como el primer sonido del neonato; la afinación de la guitarra; el do del piano; la paleta del pintor; el pelo del pincel, una gota de agua sobre el pétalo de una rosa; tan fresco, espontáneo y tenso a la vez, como el primer beso de un par de enamorados que les costó revelar su amor... ...El mentiroso verbaliza como una enredadera y no un árbol sus palabras: difuso, escamoteado y sin forma definida.
Este recurso lingüistico es rico en falsedad y supremo en ambigüedad, nos sirve para la entretención en días de lluvia, nuevas perspectivas de un problema, campañas presidenciales, conocer individuos del sexo opuesto, pedir disculpas públicas y mil doscientas treinta y cuatro cosas más; pero la más importante, sin duda alguna es la doscientos treinta y cinco, en donde el mentiroso nos entrega una nueva versión de la aburrida realidad cotidiana: sin smog en el centro, con más amor entre nosotros, más colores en los cuadros, más brindis en las fiestas, más abrazos en año nuevo o simplemente menos responsabilidad para él.
Sea como sea, porque el mentiroso es la base de la sociedad chilena moderna;
Pedro Urdemales: prócer de la patria.

Sobre Mi Lengua

Un día, tuve una imagen de mí... de lejos me ví... estaba mudo, no tenía lengua. A medida que la imagen avanzaba hacia mí, me di cuenta de que tenía un corte en la cabeza: la calota estaba abierta y comenzó a dividirse en ocho piezas; todo esto en camara lenta.
Fue cuando pude ver mi cerebro, tenía un pulso constante, como el de un corazón. Entonces ví una mariposa, era muy grande; tenía un ala blanca y un ala negra. Se posó en mi cabeza, en mi cerebro, pensando tal vez, que era una flor. Entre la cisura interhemisférica introdujo su lengua, pasando por los dos lóbulos, llegó a mi boca y obtuve una lengua.

Announcement

Deseo poder referir en esta ocación a esa restringida gama de posibilidades con las que se podría distinguir mi vida. Y si eso fuese posible quisiera poder recopilar cientos de cosas que hice o dejé de hacer pero que de todas formas existieron en mí o en otros: esas que nadie vió, esas que todos vimos, esas que unos cuantos disfrutaron, esas por las que fui castigado, esas por las que fui premiado, esas que me dieron gloria, esas que me hicieron sentir un cerdo, esas que hicieron que te enamoraras de mí, esas que definitivamente provocaron el odio que hoy nos une.
Sólo cosas, esas cosas que hicieron reír, esas cosas que me hacen reir aún, las cosas que no hicieron reir a nadie salvo a mí y que hasta el día de hoy río por el simple hecho de que no las entendieron... !si eran tan obvias!
En este espacio que no pretende más que intentar poner ideas que se me vienen a la cabeza (coherente o no); sin filtro más que la lentitud de mis dedos, la pobreza de mis palabras y el ineluctable paso y falta de tiempo e ideas.